En el piedemonte Andino-Amazónico, uno de los lugares con mayor biodiversidad en los Andes de Colombia, se construye una carretera que podría convertirse en un ejemplo de infraestructura vial verde en el país, esta demuestra la importancia de evaluar posibles impactos ambientales en un proyecto vial, desde su etapa de planeación y diseño hasta su construcción.

La variante de San Francisco-Mocoa conecta el bajo Putumayo con el departamento de Nariño y permite el intercambio económico entre Colombia y algunos de sus vecinos fronterizos como Ecuador, Perú y Brasil. Es, además, el paso obligado de comerciantes, estudiantes y personas que viajan frecuentemente a Pasto en busca de atención médica.

La carretera es una obra necesaria para disminuir los riesgos de desplazmiento de la carretera original y mejorar la competitividad del suroriente del país. Por esta razón, este proyecto es de gran interés nacional y regional, al ser parte de la Iniciativa para la Integración de la Infraestructura Regional Suramericana (IIRSA), la cual busca construir una agenda común para impulsar proyectos de integración de infraestructura de transportes, energía y comunicaciones.

Desde los primeros trazados de la variante, se detectaron grandes desafíos, uno de ellos: la vía atraviesa una reserva forestal vital para la diversidad de la región y la cuenca del río Mocoa. Fue precisamente esta razón la que motivó a WWF –quien ha estado presente en el piedemonte y específicamente en Mocoa desde hace casi quince años– a liderar un proceso de diálogo participativo en el que tanto actores locales como nacionales e internacionales llegaran a un acuerdo para el desarrollo de la obra con impactos mínimos sobre el paisaje.

Es importante resaltar que, aún hoy, la construcción de la variante no se ha finalizado y la gente de la región espera una alternativa que conecte a Mocoa con el alto Putumayo. La carretera actual implica riesgos de seguridad altísimos, demostrados en la larga lista de muertes provocadas por los deslizamientos, desde que se construyó una primera vía a principios de la década de 1930. “Las razones principales en la demora de la construcción de esta obra han sido los elevados costos, pues para finalizarla se necesitan cerca de 1,8 billones de pesos y aún faltan por construir 24,6 km de los 45,6 km totales de la variante”. Jairo Gonzales Gudiño, director territorial INVIAS Putumayo (Entrevista telefónica realizada por WWF-Colombia en 2018).

© Stefany Olaya / WWF-Colombia

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La Reserva ubicada en el piedemonte Andino-Amazónico

 

El piedemonte Andino-Amazónico, ubicado al suroriente de Colombia, se caracteriza por su biodiversidad: el 85% de las 1,468,000 hectáreas de este territorio están cubiertas por una vegetación natural que es el hogar de 977 especies de aves, 254 de mamíferos, 101 de reptiles, 105 de anfibios. Aquí nacen dos de los grandes afluentes del Río Amazonas y cuenta con los principales bloques de hábitat continuo de animales emblemáticos y amenazados: oso andino y danta de montaña. Además, representa para las comunidades indígenas el paso sagrado de los espíritus protectores de la vida en la región. 

En esta zona está ubicada La Reserva Forestal Protectora de la Cuenca Alta del Río Mocoa que forma parte del corredor estratégico andino-amazónico y tiene 34.600 hectáreas que hacen parte de los municipios de San Francisco y Mocoa. Esta se creó en 1984 con el objetivo de proteger los ríos que abastecen la cuenca alta del río Mocoa y desarrollar una pequeña central hidroeléctrica en el río Mocoa, la cual no se construyó.

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El rol de WWF

WWF decidió apostarle, tal como lo había hecho con éxito en el pasado, a una estrategia de intervención que involucrara a distintos actores interesados o afectados por este proyectado. Así inició primero un contacto con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) –principal financiador de la vía–, a través de la oficina de WWF U.S. y la alianza estratégica con el Instituto de Servicios Legales Alternativos (ILSA).

El resultado de este encuentro fue el interés que expresó el banco en contar con el apoyo de WWF para fortalecer su Unidad de Salvaguardas Ambientales. Valga decir que, antes de que comenzara dicha articulación, existía ya un proceso al interior del banco para comenzar a identificar riesgos ambientales y sociales asociados a sus operaciones. Con el apoyo que WWF le brindó al BID, se identificaron áreas de fortalecimiento dentro de la unidad de salvaguardas.

Además, debido a la inminente afectación del proyecto sobre la Reserva Forestal Protectora de la Cuenca Alta del Río Mocoa, en el 2006 WWF también entabló un diálogo constructivo con el Instituto Nacional de Vías (INVÍAS), la entidad gubernamental encargada de ejecutar el proyecto. Gracias a este relacionamiento se logró aportar información ambiental esencial para el diseño de la vía.

Por otra parte, el trabajo con los actores locales se concentró en empoderarlos sobre el valor y relevancia de su labor como generadores de información de su territorio y la necesidad de que estén presentes en la toma de decisiones de proyectos de infraestructura regionales, pues es realmente en las etapas previas a la construcción donde se conocen los impactos y se pueden tomar mejores decisiones para evitarlos o mitigarlos. Aquí, la labor de WWF con las comunidades ha sido fundamental ya que ha permitido un intercambio de conocimiento.

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Para conocer más de los aprendizajes y de los hechos de la variante, puedes ver la infografía completa en este vínculo.

Mira la versión en inglés aquí

Así fueron los estudios

Para zonas de alta importancia ecológica, ricas en biodiversidad y con presencia de distintos grupos étnicos, como la Reserva Forestal Protectora de la Cuenca Alta del Río Mocoa, es necesario desarrollar estudios adicionales y complementarios al Estudio de Impacto Ambiental (EIA) a la hora de desarrollar un proyecto de infraestructura. En el caso de la Reserva y la variante, se aplicaron por primera vez en el país estudios como la Evaluación Ambiental Regional (EAR) y el Plan Básico de Manejo Ambiental y Social (PBMAS).

El desarrollo de estos estudios ha generado una valiosa oportunidad para que las instituciones, organizaciones locales y comunidades de la región, entiendan la importancia de evaluar los posibles impactos ambientales acumulativos y sinérgicos en etapas tempranas de la planificación de proyectos de infraestructura.

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Participación local clave para el desarrollo de infraestructura vial verde

Durante décadas, WWF y sus socios aliados en la región del piedemonte Andino-Amazónico han promovido la participación de las comunidades en el desarrollo local a través de espacios de formación ciudadana como es el caso de la Escuela para la Conservación del piedemonte Andino Amazónico. Este programa logró que líderes sociales de la región empezaran a discutir sobre las amenazas que hay el territorio, el ordenamiento territorial y la producción sostenible.

Precisamente, algunos de los líderes que participaron en la Escuela de Formación se involucraron en la construcción de la variante y conformaron dos veedurías ciudadanas, una en el municipio de San Francisco y la otra en Mocoa.

Luego de su conformación, las veedurías identificaron algunas debilidades en sus capacidades que eran importantes fortalecer para ejercer su objetivo de control en el proyecto de la variante. WWF brindó apoyo para capacitar a los integrantes de las veedurías en temas como: biodiversidad, aspectos técnicos en las carreteras, impactos ambientales, cambio climático, áreas protegidas, liderazgo, temas administrativos y contables que permitieron que su labor como veedores fuera mucho más eficiente.

Un ejemplo de la labor de estas veedurías fueron las recomendaciones realizadas para corregir algunas fallas de la obra, entre ellas, la desviación de un puente que pasaba sobre el río Putumayo y el uso de pastos nativos para la restauración vegetal en el proceso de estabilización de taludes.

Para conocer más en detalle cómo ha sido la historia de la variante San Francisco a Mocoa y la intervención de la comunidad y de WWF, te invitamos a descargar la historia “Una vía para conservar”.

Hacia una infraestructura verde

WWF reconoce que la infraestructura hace parte de las bases de un desarrollo económico inclusivo y que esta debe soportar las necesidades de 9 mil millones de personas para mediados de siglo. Sin embargo, con una pobre planeación, ubicación y diseño, estas nuevas construcciones podrían causar un daño significativo a los sistemas naturales, convirtiéndose por el contrario en una barrera para alcanzar los objetivos de conservación y bienestar humano. Las decisiones de infraestructura inteligentes pueden respaldar las necesidades de desarrollo humano, en línea con los objetivos ambientales, mientras que decisiones no acertadas pueden generar patrones insostenibles e irreversibles en las próximas décadas.

© David Fajardo / WWF-Colombia