Las iniciativas locales que buscan restaurar el Parque Nacional Natural Sierra de la Macarena
Posted on abril, 25 2021
Campesinos del municipio de San Juan de Arama contribuyen con la conservación de este territorio a través de un vivero comunitario. En donde antes era un laboratorio de coca, ahora se propagan especies nativas como el comino crespo.
Campesinos del municipio de San Juan de Arama contribuyen con la conservación de este territorio a través de un vivero comunitario. En donde antes era un laboratorio de coca, ahora se propagan especies nativas como el comino crespo.El Parque Nacional Natural Sierra de La Macarena está ubicado en el departamento del Meta, en una ubicación estratégica donde convergen los Andes, la Orinoquia y la Amazonia. Esta mezcla excepcional de biomas (conjunto de ecosistemas) es la que permite el encuentro de bosques húmedos tropicales, inundables y ecosistemas como matorrales. Este tesoro natural tiene paisajes extraordinarios que son íconos mundiales como Caño Cristales, conocido también como “el río más lindo del mundo”; además de especies de árboles y de animales valiosas como el comino (Aniba perutilis), el jaguar (Panthera onca) y la danta (Tapirus bairdii).
Esta impresionante región y sus alrededores también han sido claves en el contexto político y social del país. Municipios como La Macarena y Uribe fueron escenarios de la consolidación de importantes bloques de la antigua guerrilla de las FARC-EP durante más de 40 años y de disputa entre este y otros grupos armados. Históricamente, este territorio ha sido escenario de conflictos territoriales y socioambientales relacionados con la alta concentración de tierra en manos de unos pocos, la ganadería extensiva, la deforestación, los cultivos de uso ilícito, y la presencia de actores armados.
A pesar de los esfuerzos y la esperanza que trajo consigo el Acuerdo de Paz con las FARC-EP, las disputas y conflictos en esta región se reconfiguraron y agudizaron luego de su firma en 2016, aumentando los retos para la conservación de estos ecosistemas estratégicos y para la construcción de paz en las comunidades. En el Parque Nacional Natural Sierra de la Macarena, a marzo de 2020, había transformadas 47.853 hectáreas y, entre marzo y noviembre de ese mismo año, se transformaron 2.400 hectáreas.
En medio de este complejo contexto, algunas familias de pequeños campesinos que habitan la Sierra de La Macarena, han decidido hacer una apuesta para conservarlas y ahora están participando en procesos de restauración ecológica con la producción y siembra de especies de árboles nativos.
De laboratorio de coca a vivero comunitario
En la vereda Bocas del Sansa, campesinos que habitan la zona desde hace años instalaron un vivero comunitario para desarrollar procesos que les permitan producir y sembrar árboles nativos. Este vivero está ubicado en un lugar donde, por años, funcionó un laboratorio de coca y ahora las comunidades se reúnen allí para trabajar en la producción de plantas para los procesos de restauración del área protegida, con el apoyo de Parques Nacionales Naturales y WWF.
Una de las especies que la comunidad ha logrado reproducir es el comino crespo (Aniba perutilis), emblemática de esta zona y que, por años, fue talada para aprovechar su madera. Ahora los campesinos lideran la iniciativa de producirla y sembrarla en sus fincas, en procesos de restauración que adelantan en el Parque. En el marco de esta iniciativa, la comunidad de Bocas del Sansa ha recibido capacitaciones técnicas y apoyo en la construcción de la infraestructura del vivero.
Este proceso, que aporta a la generación de conocimiento en el manejo de especies nativas para la región, permitirá tener instalaciones para la producción de especies y para realizar talleres de formación con comunidades locales, como explica Juan Francisco García Romero, coordinador del proyecto Restauración y Conservación de los Ecosistemas Transformados en WWF Colombia.
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Wilmer, una de las personas que avanza con el vivero comunitario
Después de la firma del Acuerdo de Paz en 2016, Wilmer Daza volvió al municipio de San Juan de Arama, el lugar que 20 años atrás había sido su hogar y que abandonó por el conflicto armado. A su llegada, decidió retomar nuevamente actividades en la finca de su padre para sembrar café y cacao. Pero, en 2018, llegó una noticia al municipio que les cambió la vida a él y otras personas de la comunidad: varios funcionarios del Gobierno determinaron que su finca está dentro del Parque Nacional Natural de Sierra de la Macarena y que, por lo tanto, debía abandonar cualquier actividad que fuera en contravía de la conservación del territorio. Durante décadas los habitantes del sector habían vivido de la tala de árboles, la ganadería extensiva y la siembra de cultivos de uso ilícito.
Al principio, para la comunidad fue difícil comprender las implicaciones que esta noticia tenía. “Pensábamos que nos iban a sacar de las fincas”, menciona Wilmer. Sin embargo, a pesar de la incertidumbre y el miedo que vivieron al comienzo, después de varios espacios de diálogo con PNN para buscar soluciones, realizaron un proceso de capacitación en el que aprendieron sobre el valor del Parque Sierra de La Macarena, y las alternativas de manejo y producción de especies nativas maderables del bosque, con las que pueden aportar a la conservación del área protegida que habitan.
Para los habitantes del sector, cuidar y proteger el territorio pasó de ser una tarea a una necesidad, pues como Wilmer explica, entendieron que “a la final este proceso no solo nos contribuye positivamente a nosotros, sino a toda la humanidad, porque si cuidamos la naturaleza, estamos cuidando el agua, el aire, la alimentación, la vida, y esto es algo muy importante”. Además, mediante la conservación comenzaron a explorar alternativas productivas que no implican talar los bosques, ni introducir especies foráneas.
La miel y el ecoturismo: alternativas para la conservación
Otra de las alternativas que se han explorado con las comunidades es en el manejo, conservación y producción de abejas nativas sin aguijón, conocidas como abejas meliponas. Las familias de Bocas del Sansa, que firmaron Acuerdos de Restauración Ecológica Participativa con Parques Nacionales Naturales, recibieron asesoría técnica sobre los procesos para establecer colmenas y empezar la producción de miel. Sin embargo, es un camino que requiere de un acompañamiento a largo plazo y aún falta mucho para convertir la producción de mieles nativas –meliponicultura– en una alternativa viable para las familias de esta vereda.
Como menciona Juan Francisco García: “La meliponicultura más allá de la generación de ingresos, hace parte de las estrategias de restauración, porque es necesario recuperar áreas con especies que ofrezcan néctar a las abejas. Así que es una actividad con dos impactos: el económico y el ecológico, y es un aporte adicional en las funciones y servicios ecosistémicos”.
En esta búsqueda de alternativas, los habitantes de este municipio, entre los que está Wilmer, se empeñaron en crear una corporación para organizar las iniciativas turísticas de la región. Así nació la Corporación de Turismo para el Desarrollo Rural Comunitario Colombia Megadiversa. El ecoturismo es una de las líneas que la Corporación quiso empezar a planear, aprovechando la impresionante riqueza natural del territorio, y ahora planean crear senderos ecológicos en donde los visitantes también participen en los procesos de restauración plantando un árbol.
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Áreas Protegidas y Paz
En este momento WWF sigue aportando a la conservación de las áreas protegidas y la construcción de alternativas con las comunidades que habitan cerca con el desarrollo de algunos proyectos como Áreas Protegidas y Paz, apoyado por el Gobierno Alemán y desarrollado en alianza con Parques Nacionales Naturales de Colombia. En el Parque Nacional Natural Sierra de la Macarena trabajaremos con familias campesinas de la vereda La Reforma, en el municipio de Vista Hermosa. Como explica Beth Sua Carvajal, coordinadora del Proyecto Áreas Protegidas y Paz en WWF Colombia, este proyecto busca “por una parte, promover el diálogo entre diferentes partes y aportar a la resolución de tensiones relacionadas con la tierra alrededor de seis áreas protegidas. Por otra parte, buscamos mejorar las condiciones de vida de las comunidades”.
WWF trabaja por la conservación incluyente en Colombia, teniendo en cuenta un enfoque de derechos humanos para la conservación de la naturaleza que asegure que sus acciones respeten los derechos y las voces de los pueblos indígenas y las comunidades locales. La inclusión de la conciencia de los derechos humanos en el trabajo de conservación de la naturaleza contribuye a la creación de estabilidad en los lugares afectados por conflictos y violencia.
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Este enfoque abre oportunidades para que las organizaciones de conservación de la naturaleza asuman un papel más activo en la construcción de la paz, por ejemplo, ayudando a reconstruir la red social en regiones que han sido severamente afectadas por conflictos armados y violencia (como la de la Macarena), y promoviendo la resolución pacífica de conflictos por medio del diálogo.