Un impulso para las Platoneras de Buenaventura en la temporada de veda

Posted on abril, 26 2020

Las mujeres que se dedican a vender pescado y mariscos en plazas y calles de Buenaventura, recibieron un beneficio que les permitió, por primera vez, seguir trabajando durante la veda de camarón con productos distintos a esta especie. Aquí sus testimonios.
Cada año, cuando llega la veda del camarón, una temporada en la que se prohíbe la captura de esta especie  para garantizar su crecimiento, reproducción y mantenimiento en el largo plazo , las mujeres que venden pescado y mariscos —por tradición exhibidos en platones y de ahí deriva su nombre, platoneras— en plazas de mercado o calles de Buenaventura (Valle del Cauca), reciben menos ingresos; una situación que pone en riesgo la seguridad alimentaria y bienestar de ellas y sus familias.
 
Por esta razón, durante la veda de 2020, un convenio de WWF y la Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca (AUNAP) seleccionó a 105 platoneras para  participar en un programa de capital semilla; esta iniciativa abrió espacios de formación sobre emprendimiento y les permitió el  acceso a otros productos que pudieron comercializar entre el 15 de enero y el 15 de marzo.


Seleccionamos algunos de sus testimonios sobre esta primera experiencia.

 
Rafaela Hurtado Colorado: Tenía 38 años cuando regresó a Buenaventura, la ciudad de la que se despidió en su adolescencia para emprender una búsqueda de opciones laborales en ciudades como Bogotá y Cali. En ese momento, empezó a vender pescado y mariscos. Con el tiempo se convirtió en una vendedora tan excepcional que los pescadores empezaron a preferirla “porque les desocupaba las lanchas cargadas de pargo, corvina, aguatil y ñato”.
 
Sin embargo, los tiempos han cambiado. Dice que las ventas han disminuido porque el pescado no es tan abundante como en el pasado, y lo más preocupante: durante la veda, los productos que adquieren para la venta son más caros y escasos. “Esa es la razón por la que estamos tan agradecidas con el convenio entre la AUNAP y WWF, nos permitió acceder a un beneficio económico para invertir en pescado y mariscos. Durante los 40 años que llevo en esto, no habíamos visto un apoyo así a las platoneras. Y bueno, como aprendimos en los talleres, lo que recibimos en especie es un capital y hay que cuidarlo. El día en el que me pregunten qué hice con lo que gané, ahí lo voy a tener”.
 
Cruz Elodia Aragón Rentería: lo más importante que le han dejado los 40 años que lleva dedicándose a este oficio ha sido la posibilidad de suplir las necesidades de sus 6 hijos, porque “a punta de mariscos fue que los crié...Ahora, que ya han pasado los años, todo es más complicado”, se lamenta, refiriéndose a la disminución de productos y el alza de precios en la temporada de veda.
 
“En esos días no solo se deja de capturar camarón, sino las especies que normalmente vienen con ellos en las mallas. Esa es la razón por la que tenemos que empezar a vender otras especies que son más caras para uno y para el cliente”.
 
Por fortuna, reconoce, el convenio fue un alivio económico en la peor temporada del año y un incentivo para aprender cosas nuevas, teniendo en cuenta los talleres de formación en emprendimiento que recibieron ella y sus compañeras. “Con eso empecé a tener las cuentas claras. Ahora llevo un registro de cuánto compro, gano, pago a los trabajadores y destino para la comida. Me ha ayudado a administrar mejor mi negocio”,
 
 Carolina Mondragón Arenas: yo he sido una muchacha muy trabajadora, he hecho muchas cosas: desde vender en el terminal pesquero y salir con mi platón, hasta inventarme preparaciones como los chorizos, las albóndigas y las hamburguesas de pescado chiquito. Me gusta mucho aprender”, dice emocionada, recordando los espacios de formación en los que ha participado durante años, incluyendo el que le ofreció este convenio.
 
“En este taller aprendí muchas cosas, por ejemplo, que debo reinvertir la ganancia en mi negocio en lugar de destinarla a otras cosas... Esperamos que haya más oportunidades de este tipo para las platoneras, especialmente porque las mujeres necesitamos proyectos así, que nos permitan enfrentar mejor las dificultades familiares”.
Rafaela Hurtado, platonera de 78 años.
© WWF Colombia
Cruz Elodia Aragón lleva 40 años vendiendo pescado y mariscos.
© WWF Colombia
Carolina Mondragón, platonera del barrio La Playita de Buenaventura.
© WWF Colombia
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