¿Cómo llevar la educación ambiental a la calle?

Posted on 20 abril 2022

En la llamada "Ciudad de los Parques", estos espacios se convierten en una alternativa para que las personas aprendan de manera divertida cómo cuidar el planeta.
La falta de conciencia frente a problemas como el cambio climático o la pérdida de biodiversidad, es uno de los argumentos que suele darse para explicar la crisis planetaria que enfrentamos. Pero, ¿cómo elevar el nivel de conocimiento?, y a la vez, ¿de qué manera convertir el conocimiento en acciones?.

Con estas preguntas en mente, WWF Colombia y la Alcaldía de Bucaramanga están desarrollando un laboratorio de educación ambiental bajo el concepto #AmaBucaramanga. El objetivo es lograr que las personas empiecen a hacer acciones sencillas y cotidianas, mientras aprenden, por amor a su ciudad.

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Como parte de esta apuesta, se crearon cinco estaciones lúdicas que están convirtiendo los parques y el transporte público en aulas sin paredes. Estas son las experiencias que viven los ciudadanos y que pretenden desarrollar la capacidad de cambiar los comportamientos en el largo plazo.
 

Estación 1: el peso que no pesa.


La cantidad de basura que producimos a diario parece insignificante. En climas cálidos como el de Bucaramanga, las personas suelen sacar una bolsa mediana a diario. Pero en una ciudad de más de medio millón de habitantes, esto resulta un volumen considerable, del cual la mayoría no es consciente.

Para ello se desarrolló esta experiencia donde las personas alzan un peso y deben adivinar a qué corresponde. Al hacerlo, descubren que 10 bumangueses desechan 8 kilos de basura en un día y que eso equivale a 530 toneladas, el peso de 530 "gordas", la estatua insignia del Parque donde se lleva a cabo la actividad, elaborada por el Maestro Fernando Botero.

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Sorprendidos con la dimensión, luego son invitados a participar en una encuesta interactiva para que reflexione sobre sus propios comportamientos a la hora de reducir los residuos que producen.
 

Estación 2: evitar el plástico.


Parece que el plástico estuviera en todas partes. Datos como que semanalmente podríamos estar ingiriendo en microplásticos el equivalente a una tarjeta de crédito, o que en unos años podría haber más plásticos que peces en el mar, circulan a diario sin que muchas veces haya acciones concretas para evitarlo. Esta actividad busca mostrar esta realidad. Invita a las personas a atravesar el túnel sin tocar ninguna botella.

Esquivarlas resulta algo difícil, pero se puede. Y ese es el mensaje: decirle no a un pitillo o a una bolsa plástica, puede ser incómodo, pero posible. Luego de transitar la experiencia, los transeúntes pueden entrar a amabucaramanga.com.co, una web donde se reúnen 400 acciones ambientales, 80 pensadas justamente para decirle no al plástico.
 

Estación 3: separa y gana.


El juego de la Rana es un juego tradicional en el que aros metálicos deben introducirse a la boca del animal, o en su defecto en los huecos a su alrededor, para obtener puntos. Esta vez, los bumangueses están jugando una nueva versión: los aros representan distintos tipos de residuos y jamás deben entrar a la rana, así como la basura nunca debería llegar a la naturaleza.

Pero, la dinámica va más allá. Cada juego de rana tiene el color de las bolsas que el Gobierno Nacional ha determinado como estrategia para separar adecuadamente las basuras: blanco, para el material aprovechable, verde para los orgánicos y negro para aquellos que no se pueden reciclar y terminarán en el relleno sanitario.

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Mientras las personas se divierten tratando de ganar la mayor cantidad de puntos, acertando qué desecho va en qué color, también aprenden que residuos como la ropa, el aceite de cocina o los medicamentos vencidos tienen una disposición especial en la ciudad.
 

Estación 4: pedaleemos juntos.


Montar en bicicleta o caminar por la ciudad son parte de las acciones que cualquier persona puede hacer para reducir el impacto que el transporte tiene sobre el planeta por la emisión de gases efecto invernadero. Pero además, son actividades que conectan a las personas con "el verde" de su ciudad, más aún en una capital que se caracteriza por tener numerosos parques, e incluso un sistema público de bicicletas.

En esta estación las personas están invitadas a montar en una bicicleta estática, mientras escuchan la canción Ama Bucaramanga. La melodía usó los latidos del corazón como base para crear su ritmo, y luego fue interpretada por niños de la ciudad con instrumentos de material reciclado. A medida que los latidos aumentan al pedalear, la melodía cobra significado e invita a hacer algo, por la ciudad, y por el planeta.
Los más pequeños de los hogares disfrutaron un rato ameno en el que lograron aprender sobre diferentes estrategias para cuidar el ecosistema.
© WWF Colombia
Este tipo de actividades que se pueden disfrutar de forma gratuita enseñan estrategias para disponer adecuadamente los residuos, evitar el desperdicio, y a utilizar menos plástico.
© WWF Colombia
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