“Se necesita querer y entender el territorio para conservarlo”
Posted on noviembre, 01 2019
Hace 36 años, luego de recorrer el Chocó, el Valle y el Cauca, Guillermo Cantillo y otros colegas biólogos llegaron al municipio de Ricaurte, en el departamento de Nariño.
Guillermo CantilloCuenca Media del río Mira
Reserva Natural La Planada, Ricaurte,
Nariño
Hace 36 años, luego de recorrer el Chocó, el Valle y el Cauca, Guillermo Cantillo y otros colegas biólogos llegaron al municipio de Ricaurte, en el departamento de Nariño. Una joya natural para el el mundo debido a la gran cantidad de especies de aves que se encuentran solo en ese lugar, como el tucán celeste o terlaque pechiazul (Andigena nigrirostris). Guillermo se enamoró de las aves y del paisaje. Allí se creó, luego, la Reserva Natural La Planada, en la cuenca media del río Mira que hoy tiene una extensión de 3.200 hectáreas de un tupido bosque de niebla que considera su hogar.
En 1982, la Fundación FES Social creó esta Reserva y la administró durante 30 años, pero en 2010 pasó a ser parte del Resguardo de Pialapí-Pueblo Viejo de Camawari, una de las cuatro organizaciones del pueblo awá. Desde hace 15 años, este pueblo indígena convirtió a Guillermo en parte oficial de la familia. “Soy el único wishá (hombre blanco o mestizo) que ha sido aceptado como parte de la comunidad”, dice orgulloso.
Guillermo ha aprendido a entender la cosmovisión de este pueblo y el valor que tiene este conocimiento para la conservación del territorio: “Hay un gran mundo, el Katza-sú que, a su vez, está conformado por otros cuatro mundos: el suelo es el primero; en el segundo viven los awá (la gente); el tercero es el mundo de los espíritus y donde vuelan las aves; y en el cuarto mundo están la luna, el sol. Hay una estrecha relación entre ellos: cualquier cosa que pase en un mundo afecta a los otros tres”.
Y ha aprendido que la conservación de esta región no puede estar aislada de los pueblos ancestrales. “Las comunidades indígenas, afro, campesinas que han tenido contacto con La Planada han cambiado su forma de ver el ecosistema y el territorio. Si los pueblos ancestrales no se apropian de este ecosistema, de esta biodiversidad, perdimos la tarea de la conservación. El territorio no puede ser solo para explotar. Tienen que aprender a quererlo, a entenderlo para poder conservarlo”.