El territorio es libertad
Posted on August, 01 2019
En su adolescencia, Maritza organizaba mingas en su vereda. Compartir y defender los intereses de su comunidad es un ideal que la ha acompañado siempre, especialmente ahora que es la presidenta del Consejo Comunitario Bajo Mira y Frontera, y está cambiando la historia al convertirse en la primera mujer en liderar el Consejo. “Siento unas ganas enormes de poder orientar a las mujeres y de que entendamos que este mundo es nuestro y que tenemos todas las capacidades para hacer de él un lugar mejor”, asegura.
Nire Maritza Landazuri, 36 añosCuenca baja del río Mira - Tumaco
(Nariño, Colombia)
En su adolescencia, Maritza organizaba mingas en su vereda. Compartir y defender los intereses de su comunidad es un ideal que la ha acompañado siempre, especialmente ahora que es la presidenta del Consejo Comunitario Bajo Mira y Frontera, y está cambiando la historia al convertirse en la primera mujer en liderar el Consejo. “Siento unas ganas enormes de poder orientar a las mujeres y de que entendamos que este mundo es nuestro y que tenemos todas las capacidades para hacer de él un lugar mejor”, asegura.
Ese gran sueño de cambiar el mundo empieza, por supuesto, en Bajo Mira y Frontera, que forma parte de un territorio compartido por dos países: Colombia y Ecuador. El mismo que se extiende por 46.000 hectáreas donde conviven más de 10.000 habitantes entre manglares y costas que convergen en el último brazo del río Mira, antes de fundirse con el océano.
Como Maritza, las comunidades de Bajo Mira y Frontera, son conscientes de que cuidar su territorio empieza por proteger su riqueza natural, base de su cultura. Por eso se han propuesto la conservación de los bosques de manglar y guandal, con la producción y comercialización de cacao fino y la pesca responsable.
“Mi territorio huele a manglar, a brisa fresca, a concha, a pescado, a calidad humana, a ese sabor que llevas en la sangre, y que al llegar aquí no te cambias por nada, que es Pacífico… El territorio es libertad”, comenta.
Y aun cuando vivir en un territorio binacional es complejo, Maritza seguirá trabajando por desarrollar espacios conjuntos para llegar a acuerdos con “los hermanos del otro lado de la raya”, como ella cariñosamente llama a sus vecinos de Ecuador.